Proégete de la inflacion
Hiperinflado
He dado con una tabla con las hiperinflaciones más sonadas de la historia del papel moneda. No sé si la tabla recoge todas las hiperinflaciones, o sólo aquellas de las que se dispone de datos fiables. De cualquier modo, la tabla es digna de observar. Las hiperinflaciones más conocidas son la de la Alemania de la República de Weimar, ocurrida de agosto de 1922 a diciembre de 1923
y luego la más reciente, y no por eso menos espectacular,
hiperinflación de Zimbabwe, de marzo de 2007 a noviembre de 2008. Son las más conocidas, pero
ninguna de ellas supera a la de Hungría, de agosto del 1945 a julio de 1946.
En la hiperinflación de Weimar, los precios se doblaban cada 3'7 días. ¿Es mucho? Fíjese en la
hiperinflación zimbabwense: los precios se doblaban cada 24'7 horas. ¿Mucho? Bueno, la
campeona de la lista, la húngara, supuso que los precios se doblasen cada 15 horas, con lo que en
poco más de un día los precios se cuadruplicaban. Hablamos de una inflación diaria del 207%.
Hay quien dice que estamos a las puertas de una hiperinflación de este tipo, o quizás peor. ¿Peor?
Cuesta imaginarlo. Es difícil de imaginar, sobre todo cuando se nos muestra que la tasa de inflación
mensual más alta a la que se llegó en Hungría fue de, y agárrese, 4'19 x 10 16 %, es decir, se llegó a
una tasa de inflación mensual del 41.900.000.000.000.000%, mientras que en Zimbabwe, el mes
con la tasa de inflación más alta llegó al 79.600.000.000%.
¿Se imagina que el oro o la plata llegasen a multiplicar su precio hasta esos extremos? De hecho,
yo sí me lo imagino, pero por distintas razones, muchas de ellas ya contadas en artículos anteriores.
Eso sí, la naturaleza de tal incremento es diametralmente opuesta.
Volvamos a las hiperinflaciones. Un dato interesante es la hiperinflación alemana de 1920. Esta
duró muy poco, un mes, pero su ritmo era el de doblar los precios a los 46'8 días. Esta es de las más
"light", pero sucedió tan solo dos años antes de la gran hiperinflación de Weimar. ¿Tiene
importancia este hecho? A mi modo de ver, la tiene. Y es que mucha gente cree que los gobiernos
aprenden de sus errores, y eso nunca es así.
Fijémonos en la lista de monedas hiperinfladas: el pengö (Hungría), el dólar de Zimbabwe, el dinar
de Yugoslavia, el papiermark alemán, el dracma griego (del 41 al 45, doblando los precios cada 4'27
días), el yuan, el rublo ruso, el manat (Turmekistan), el yen taiwanés, el mandat francés – éste es de
1795 a 1796, cosas de la revolución francesa... no aprendieron con el asignat, y volvieron a intentar
un experimento en papel, revolucionario, con el mandat... De hecho, mi teoría es que el mal llamado
"dinero" fiat o fiduciario, no proviene del latin "FIAT", traducido como "hágase", sino delcatalán/occitano/francés "fiat", de fiarse. Los experimentos fiduciarios en Europa los empezaron los
franceses, y además "fiat" y fiduciario son del mismo campo semántico. Mi teoría es que el dinero
fiduciario es un dinero que se le "fía" a alguien, es decir, un oro o una plata depositado en un lugar,
y que se redime con un papelito. Fíjese que tanto "mandat", como "assignat", como "fiat" (si
aceptamos mi teoría de que NO proviene del latín), son todos participios. En estos momentos no es
más que una conjetura, pero soporta la navaja de Ockham mucho mejor que el "dinero hágase", ¿no
le parece? –, la marka (Polonia), la córdoba (Nicaragua), el zaire (Zaire), el lev (Bulgaria), el
coupon (Georgia), el austral (Argentina), el boliviano (mmm.... ¿Bolivia, quizás?), la corona
austríaca (Austria), el inti (Perú), el taipi (Taiwan), la corona húngara, el escudo chileno, el kwanza
(Angola), el cruzado brasileño, el franco de la República del Congo, el zloty (Polonia), el tenge
(Kazajistán)...
No he nombrado ni todas las monedas, ni todos los países, y además muchos de ellos han repetido
hiperinflación. Dejando a banda el "mandat," el resto de hiperinflaciones corresponden al siglo XX
y XXI, a partir de 1920. Muchas de las hiperinflaciones duran uno o dos años, algunas sólo meses, y
sólo en Nicaragua se llegó a los cinco años de hiperinflación, seguida por la de Grecia, aunque la
griega fue mucho peor en términos porcentuales.
¿Qué sucede cuando hay una hiperinflación? En las más bestias, como la de Zimbabwe o la de
Weimar, la gente acaba pagando con carretas de dinero, y el dinero no se cuenta; se pesa. La gente
salta a monedas fuertes, divisas extranjeras, pero sólo unos pocos tienen acceso a ellas, y los
gobiernos acostumbran a poner obstáculos o prohibir el utilizar moneda que no sea de curso legal en
dicho país.
Actualmente nos encontramos en una situación peliaguda, ya que la moneda que va camino a
hiperinflar es el dólar, y éste es la moneda de reserva mundial, es decir, es más o menos el respaldo
del resto de monedas del mundo. Si el dólar revienta (mi manera de decir que se devalúa
masivamente, o sea, enferma de hiperinflación aguda), entonces lo lógico es que la gente del mundo
entero pierda la confianza en el dinero de papel. A excepción del mandat, el resto de monedas de las
que he hablado son contemporáneas al dólar, lo que significa que cuando hiperinflaron, quien pudo
intentó conseguir dólares, libras, etc...
Imagine que los precios se doblan cada 24 horas, como en Zimbabwe. De repente surge la
necesidad de salvar el patrimonio líquido, o sea, los euros que uno tiene ahorrados, y la historia nos
demuestra que el oro y la plata sirven a tal efecto. Pero sabemos que son escasos, y hay pocos
sitios en donde conseguirlos. Además, la hiperinflación afecta a todo el mundo dentro de un país (e
incluso fuera de él), con lo que, de repente (porqué, además, las hiperinflaciones acostumbran a
ocurrir de repente), millones de personas quieren conseguir oro y plata.
¿Qué pasa cuando millones de personas quieren conseguir algo escaso?
El arte de la guerra es vencer la batalla sin tener que luchar. Aplicado a la conservación del
patrimonio esto significa que uno debe comprar oro y plata cuando las cosas van bien, guardarlo
en buen recaudo y no venderlo cuando las cosas empiezan a ir mal, y venderlo cuando la situación
pasa a ser extrema y el poder de compra de cada gramo de oro y de plata se multiplica hasta niveles
de fantasía.