No es nada nuevo

09.01.2016 10:58

No es nada nuevo



Aunque hoy en día sea muy fácil  acceder a información valiosa y  exacta sobre asuntos dinerarios, a  saber, todo lo que uno debe saber  sobre el mal llamado "dinero"  fiduciario, o todo lo que uno desea  aprender  sobre  los  metales  preciosos, la verdad es que poco se  puede decir que no haya sido dicho  ya. No, no me refiero a que hay  mucha gente escribiendo blogs y  libros al respecto; hablo de gente que  vivió siglos atrás. Tomás de Mercado, sin ir más lejos. Éste economista, presuntamente nacido en Sevilla en 1525 (aunque tengo la sospecha de que no nació en Sevilla, por una serie de razones de peso que encontré en mis investigaciones), ya dijo en su momento que el valor del dinero es diferente en el bolsillo de un millonario que en el bolsillo de un pobre. Luego no es de extrañar que las divisas fiduciarias tengan una estima subjetiva diferente en el bolsillo de una persona "normal" o "lega" en materia
económica, que la estima que le profiera un inversor inteligente, o sea, alguien que entiende la diferencia entre dinero y divisa. Otro que tal baila, Dante Alighieri, decidió meter al rey Felipe el Hermoso en su "Inferno", llamándolo falsificador por haber alterado la relación legal entre el oro y la divisa del reino.
Y ya que estamos metidos en la historia ibérica, en Catalunya, en el pasado, se tendía a diferenciar entre la moneda corriente ("corrent"), que era la divisa interna del país (y obviamente de mucho menor valor), y la moneda "corrible", que era el dinero utilizado para comerciar con el extranjero... Y qué casualidad, que esa moneda "corrible" era, ni más ni menos, que los metales preciosos... ¿Era tan diferente la concepción económica de hace cinco siglos a la de ahora?
Pues no. De hecho, la gente tenía más idea del funcionamiento de la economía que la mayor parte de la población actual, no me cabe la menor duda. Por ejemplo, los indígenas americanos que trabajaban en las minas de oro y plata del nuevo mundo, llamados "mitayos", si bien trabajaban duro en un trabajo peligrosísimo, vivían en un marco legal que incluso podríamos afirmar ser mejor que el actual, como mínimo en proporción a la tecnología de hoy en día.Después de quejas de muchos misioneros, se crearon unos cargos llamados "protectores de los indios." Si bien es cierto que muchos aprovecharon el cargo para especular, hay testimonios de que también había protectores honestos que se esmeraban en su tarea. En las minas había hospitales, clínicas e inspecciones de seguridad. Los trabajadores financiaban parte de los hospitales. Hay un caso que nos ha llegado, a través de los textos de Capoche, en el que 22 mineros indígenas murieron en un accidente. Los inspectores ya habían advertido al propietario de la mina de que sus medidas
de seguridad eran insuficientes y de que se trabajaba de un modo irresponsable. Después del
accidente, el propietario fue detenido y condenado a pagar una multa de 8.000 pesos.
Con esto no quiero decir que antaño fueran tiempos mejores, sino que pretendo desmitificar un poco
la idea de que en la antigüedad la gente sabía menos o era más cruel. Mucha gente asocia el oro y la
plata como dinero a tiempos pretéritos, y a la vez, asocia dichos tiempos pretéritos con ignorancia o
analfabetismo, y eso es un error cargado de ironía, ya que precisamente, al menos en lo que se
refiere a dinero, es totalmente al revés.
Intentaré dar un ejemplo muy ilustrativo:
Las monedas, sean de oro, plata, o de cobre de curso legal (como los céntimos de euro), o de
cualquier otro material sin mucho valor, tienen hendiduras en los bordes... Bueno, menos la
Filarmónica, algún día me enteraré de el por qué... Pero el caso es que tienen, todas, hendiduras.
Esto viene de antiguo, de cuando las monedas eran de oro o de plata, y en especial de cuando lo
eran por completo.
Al principio las monedas tenían los bordes definidos en las caras de la moneda, de manera que
alrededor de la cara (o la cruz) de la moneda se grababa un círculo, hecho en relieve de puntitos (u
otros diseños). La gente cortaba el metal que había en el exterior del círculo, de manera que no se
notase demasiado la disminución de masa de la moneda.
Espabilados siempre los ha habido, y una misma moneda podría ir pendiendo masa debido a los
recortes, literales, aplicados por el tenedor de la moneda de turno. ¿La solución? Acuñar monedas
con hendiduras en los bordes, es decir, con bordes dentados, de manera que uno no pudiese cortar
los bordes sin que fuese evidente. De hecho, la siguiente evolución en cuanto a seguridad
anti-falsificación/devaluación de una moneda, que yo sepa, es muy reciente, y es el micro-grabado
en láser (que aparece, sin ir más lejos, en las Silver Maple de este año).
Ahora bien, ¿se imagina a alguien cortando los bordes de un euro? Independientemente de que éste
tenga, o no, los bordes dentados, la verdad es que a nadie se le ocurriría hacer tal cosa, mientras que
sí encontraríamos cantidad de gente dispuesta a cortar los bordes de una moneda de oro o plata de
inversión. ¿Acaso no da que pensar?
Pues sí, y por una razón: El metal del que están hechas las monedas de euro (me refiero a la
calderilla en euros en general, no sólo a las de un euro) es un metal que vale muy poco. Las
monedas fiduciarias tienen un valor del material en que están hechas, normalmente, por debajo del
valor nominal. En cambio, las monedas de inversión, ya sean de oro o de plata, tienen todas un
valor nominal muy por debajo del valor del metal. Y la pregunta es... ¿Por qué?
Hágase esa pregunta e intente responderla. Lo caro es barato y lo barato es caro. ¿Acaso tiene
sentido? Para mí no tiene sentido, y por eso creo que, de estar vivo, Dante metería a nuestros
gobernantes actuales en el mismo "Inferno" en el que metió a Felipe el Hermos